La delgada línea que separa el buen gusto del mal gusto siempre ha estado acechando a los grandes, muchos tuvieron que enfrentarse a la crítica mas feroz y defender con uñas y dientes una visión femenina de la ropa y el lujo que reflejaba algo que la calle ya estaba viviendo. Vivienne Westwood o Thierry Mugler, por poner dos ejemplos, también tuvieron lo suyo pero no se amedrentaron al proponer algo nuevo o rompedor. La moda ha de ser un reflejo de la sociedad en la que se desarrolla e intentar mirar al futuro, los que triunfaron y triunfarán será porque viven el momento y éste es reflejado en sus colecciones. Mención aparte merece Tom Ford en su época en Gucci e Yves Saint Laurent que redescubrió para el público mas joven el lado salvaje de un Yves Saint Laurent ya acomodado en el sillón de su adulta clientela.
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María Escoté podría formar parte de este ultimo grupo, oigo desde hace meses, imagino que son sus amigos, alabanzas hacia su trabajo. Nunca le había prestado mucha atención a su desfile, sus propuestas no llaman mi atención, pero desde hace algun tiempo Popy Blasco, que para mi es una de las mentes mas claras y uno de los mejores escritores-bloggers del país del que soy fan absoluto, no para de hablar de su trabajo, de la filosofía de sus propuestas. El nuevo Harper's Bazaar le dedicó hace un par de números varias páginas, una publicidad impagable para casi todos, sin casi, los que desfilan en nuestra semana de la moda. Melania Pan, su directora, es rendida admiradora de su trabajo, en el desfile de la semana pasada se presentó en el show con una cazadora con plumas en la espalda que impedía que los que se sentaban detrás de ella en las gradas vieran la pasarela así que terminó sentada a pie de pasarela.
La colección de María Escoté para la primavera verano del 2011 supongo que es una continuación de trabajo anterior, el nuevo sexy de Escoté no tiene cortapisas ni prejucios, es un ven aquí y hazme tuya. Muchos vieron un homenaje velado a aquel vestido de Versace que llevó Liz Hurley al estreno de Cuatro Bodas y un Funeral que consiguió acaparar todas las miradas, la prensa inglesa con grandes titulares lo llamó IT DRESS, ese vestido de imperdibles, la visión punk de Versace, fue un éxito para la firma publicitariamente y consiguió eclipsar al protagonista de la cinta, Hugh Grant. Pese a enseñar bastante piel la colección en si misma no rozaba ni de lejos lo vulgar. Los cortes estratégicos, los imperdibles dorados y los acabados rezumaban glamour y sexy pero no había en ello nada cutre.
Vuelvo a ver la colección de Escoté y lo primero que me viene a la cabeza, es en efecto, ese vestido de Versace y aquel desfile de 1992 de Dolce&Gabanna en el que las tops del momento desfilaban con sujetadores llenos de perlas, minifaldas y ligueros. Los homenajes deben para mi o mejorar al homenajeado, que es bastante dificil, superarlo o directamente copiarlo y hacerlo exactamente igual. Escoté consigue con cada salida de su desfile que echemos mas de menos a Versace. Mi rechazo es abosluto a esta colección que no hay por donde cogerla, la silueta que propone está absolutamente desdibujada, los materiales son de invierno, las mallas estampadas le sientan mal a las modelos, los colores que propone son todos y el estilismo es un desastre. Escoté rebasa la delgada línea que separa el buen gusto del malo, la rebasa y se revuelca en el lodazal del desastre y de la máxima vulagridad haciendo de ésta el estandarte de su propuesta para el verano del 2011.
Muchos de sus colegas de profesión lo han hecho anteriormente pero éstos se llaman Jean Paul Gaultier, el propio Versace o Alexander Mcqueen y jamás hicieron de la vulgaridad el estandarte de la filosofía de su firma. He dicho.
Muchos de sus colegas de profesión lo han hecho anteriormente pero éstos se llaman Jean Paul Gaultier, el propio Versace o Alexander Mcqueen y jamás hicieron de la vulgaridad el estandarte de la filosofía de su firma. He dicho.